miércoles, 18 de julio de 2012

No dejes que se estropee la fruta, es importante

No permitir que se estropee la fruta, comprar chocolate de comercio justo, comer menos carne, ahorrar energía al cocinar. Cuatro cosas muy sencillas que nos pueden acercar sin embargo mucho a la sostenibilidad, entendida como un sociedad menos violenta y con una relación mas amistosa  con el planeta dentro del cual vive. Cada vez más gente está adoptando estos gestos y otros similares, todos eficaces, algunos radicales –como vender el coche– otros en apariencia más banales, pero todos yendo en la misma dirección. 

Cada vez más gente se está dando cuenta de que el antiguo estilo de vida ya no sirve para esta nueva situación, y no precisamente porque hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, sino porque era y es el que nos hunde inexorablemente en la crisis. Por ejemplo, es un sistema que cuenta con que una de cada cinco manzanas, producidas a alto coste, acabe en la basura. Se trata de un sistema muy centralizado basado en el expolio de los recursos naturales, considerado excelente siempre que sea rentable. Por ejemplo, la insistencia en quemar petróleo tiene una explicación: son billones y billones de dólares en reservas, que por lo tanto hay que explotar y utilizar, aunque se hunda el mundo. Acoplado a un sistema financiero totalmente salido de madre, nos ha llevado a donde estamos. La respuesta del gobierno es solamente aumentar impuestos y reducir prestaciones para minimizar los gastos del estado y contentar así a la familia Mercados. Los ciudadanos están atrapados entre salarios decrecientes y precios crecientes, y están buscando una salida. 

Tomemos el caso de la electricidad. Ya no basta con ahorrar electricidad, porque cualquier ahorro será compensado con las implacables subidas que exigen la voracidad de las eléctricas y la torpeza del gobierno de turno. Lo que quiere ahora la gente es saber si existe alguna posibilidad de abastecerse de luz fuera del sistema. Esto se puede hacer de muchas formas: autosuficiencia directa vía paneles solares y aerogeneradores o bien participando en una cooperativa, por ejemplo. Lo mismo ocurre en otros órdenes de la vida, como abastecerse de alimentos o de combustible para la calefacción. O moverse sin depender del dogal del precio de la gasolina, usando nuestras piernas o el enchufe de nuestra casa para cargar la batería del vehículo. 

De manera que ante nosotros se abren dos caminos: seguir como estábamos, atados de pies y manos  por sistemas rígidos y centralizados de abastecimiento de las cosas necesarias para la vida y cada vez más empobrecidos, pues no podemos pagar lo que nos piden las grandes empresas que las suministran con nuestros menguantes salarios. O bien avanzar por el camino de la autosuficiencia, la descentralización y el autoconsumo. Son muchas las cosas que podemos hacer para desconectarnos de un sistema de producción y consumo que está fracasando en un gran porcentaje. Desde instalar un metro cuadrado de panel solar térmico y eliminar así de un plumazo 2/3 de la factura del gas, a comprar las hortalizas vía cooperativa. Y eso sin contar las mil cosas que podemos hacer para ayudar a mejorar nuestro planeta, como no permitir que se estropee la fruta. 


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